Ma. Cristina Longinotti
Nada tenemos hoy, nada mañana
y nada ayer: un cándido espejismo
nos arroja otra vez en el abismo
de nuestra soledad inerme y vana.
La realidad deforme se engalana
y, ciegos, vamos siempre tras lo mismo:
quimeras del artero ilusionismo
de un tahúr que no apuesta y siempre gana.
De nuestra fe tan solo somos dueños:
la confiamos al mundo, absurdo zoco
que ofrece, tentador, cuanto contiene.
Y nos roba, ladrón de nuestros sueños,
y es ley que, al infeliz que tiene poco,
ha de quitarle aún lo que no tiene.
M. Cristina Longinotti
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