
No esperes que te ruegue suplicante
si es tu alma la que brota por mi herida,
es mejor terminar ya esta partida
que sufrir, por esa ira tan cambiante.
Me duelen tus pasiones humillantes,
marcando las etapas de mi vida,
atado en tus desdenes, sin salida,
sufriendo con tu genio dominante.
Quien pudiera pensar por un instante
disfrutar de las glorias de tus días
y sin vientos, que alarguen mis tristezas.
En dolores constantes de durezas
batallando con la muerte me pondría,
sin fortuna, y rumiando mis flaquezas
Emilio Medina M.
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