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En maleza divina está tu peso
y angustiante brisa que te domina
muestras tu talle de escultura fina
veo tus valles de confín confeso.
El viento entre los pastos se ve preso,
gime como melodía divina
disimula en la lánguida neblina
un letargo y un desangrante beso.
En noche serena brillan tus ojos
color azabache, rojos enojos
que en el alma dolida y carne clava.
Inmaculada contra el sol poniente
como aire que flota aquí vagamente
tu cabellera negra, lisa y brava.
Susana Stefania Ceruti
4/11/2008
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