
Si mañana esta luz que me ilumina
se agota en el silencio de mi sueño;
si, ingrávida e inerte, me despeño
de esta vida a la vuelta de una esquina;
si mañana un relámpago asesina
el resto de mis días; si otro ensueño
se apodera del alma y se hace dueño
de mi destino ingrato y lo termina,
no me aterra alejarme de este mundo
hacia el mar del olvido y la renuncia,
de la muerte invisible y de la sombra.
Sí que ignores aún qué tan profundo
y tan ancho es mi amor, el que pronuncia
mi voz, mi pobre voz: la que hoy te nombra.
Cristina Longinotti
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