Mudanza
Preparo solitaria mi valija,
ordeno los recuerdos, limpio estantes,
cubro los muebles que dejé expectantes,
recojo y guardo alguna baratija.
No es mucho lo que llevo: la rendija
del pasado es pequeña y los instantes
se me cuelan fugaces y mutantes
en la memoria incierta y desprolija.
Digo adiós y me marcho: un nuevo dueño
decidirá qué hacer, pondrá su impronta,
cumplirá los anhelos de esta casa.
Y dormirá en mi cama con mi sueño
que no supe vivir, el que se apronta
a seguir su camino. Todo pasa.
Cristina Longinotti
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