Cristina Longinotti
Aún estoy aquí, de frente al mundo,
viviendo, soportando, sosteniendo
mis penas y mis soles: los que enciendo
cada día al surgir de lo profundo.
Muero y renazco igual que el vagabundo
que despierta otra vez, agradeciendo
la vida que lo acepta, y me desprendo
de la piel que vestía hace un segundo.
Como el fénix, regreso a mi tarea
de vivir, aunque no haya un solo sueño
que se nos dé completo en esta vida.
Porque soñar nos alma y nos recrea
y el gozo más fugaz y más pequeño
vale la pena la ilusión perdida.
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