Si no fuera capaz de deletrearme
palabra por palabra en cada verso;
si no pudiera amarme en el diverso
matiz de mi canción y desamarme;
si no fuera capaz de desandarme
cada vez que recorro el universo
de mi propio dolor (como el converso,
me voy redescubriendo al desnudarme);
si no fuera capaz de ser vocera
de mi propia caída y de mi vuelo,
no tendría razón esta quimera.
Que vivir con el alma abierta al cielo
es desvivir de a poco en la frontera
entre la gratitud y el desconsuelo.
Cristina Longinotti
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