
Ven Atrophos, que espero tu mano mansamente
con que la luz me ungiera el día de la espada
que conozco tu boca y ese beso en la frente.
y tu ovillo de muerte, de vida ya sajada.
Vendrás al desamparo y al clamor indigente
tú que cortas el hilo que conduce a la nada
y llevarás mi vida con trazo diligente
pues ya nada he guardado, ni el alma desalmada
El amor deshizo la ternura creyente
ya no estará despierto en hora deshojada:
con soledad austera, me entrego penitente
a tu mano oficiosa tendida a lo que acaba.
Ocioso en un silencio tan cruel y displicente
queda el rastro perdido de la que fuera amada:
ni el beso ni el abrazo que se brindó sonriente
podrán volver en luz la brutal alborada.
long ohni
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