Qué haré con esta boca sin tu beso:
se me marchitará entre desazones;
se perderá, invisible, entre millones;
me firmará en silencio su deceso.
Que haré con estos labios sin tu exceso:
ya no habrán de latir sus corazones;
se volverán paréntesis, razones;
dejarán de sentir su propio peso.
Qué haré con este cuerpo sin fronteras,
si el tuyo era su límite y su aduana,
su nacionalidad y su destino.
Sin documentos, visas ni banderas
vagará hasta que encuentre una mañana
la identidad perdida en el camino.
Cristina Longinotti
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